Es la tercera variedad tinta, que junto a la cabernet sauvignon y la pinot noir, comparte prestigio y honores. Sus mejores vinos se sitúan cerca de los grandes borgoñas y burdeos (en el pasado se utilizó, incluso, para mejorar estos últimos). Sus escenarios geográficos clave, tanto su cultivo como de su elaboración en solitario, son: la zona norte, por tradición, del valle del Ródano y la versión del Nuevo Mundo en tierras australianas. En ambas se consigue el sello de categoría de unos tintos opulentos, vigorosos, con cuerpo, gran cantidad de taninos y materias colorantes, un característico aroma a violeta y cassis, y ligeros toques ahumados, así como una gran capacidad de envejecimiento.
No hay que confundir la variedad, también llamada petite syrah con la grosse syrah o mondeuse. La uva de calidad es la primera. La syrah se asienta bien en suelos graníticos, guijarrosos e incluso arcillo-calcáreos.
Para que el resultado merezca la pena, Jancis Robinson aconseja: “controlar los rendimientos, preservar la concentración de aromas en la vinificación, realizar una fermentación larga, vigilar atentamente la temperatura e, idealmente, criarla en barricas de roble”.
Los elegantes vinos del Ródano van desde los sabores especiados, minerales y ahumados de un Hermitage, al púrpura oscuro y aroma y violeta de un Côte-Rôtie (donde se puede incluir hasta un 20% de la blanca viogner) o los más suavizados Crozes- Hermitage. Otras Denominaciones de la zona son Cornas y St. Joseph. Más al sur, la syrah aporta longevidad, color y sabor al cupaje en los vinos Châteauneuf-du-Pape y Gigondas.
El origen de la cepa podría estar en la ciudad persa de Schiraz, en el actual Irán, o bien en Siracusa (Sicilia) por las sinonimas sirac, syra, sirah y syrac. Su llegada al valle del Ródano podría haberse producido de manos de los colonos griegos (se encontraron ánforas griegas en Tain-Hermitage).
Otros, como Hugh Jonson, apuntan su origen incierto, mientras Jancis Robinson afirma, que l estaba ya implantada en el Ródano en tiempos de la ocupación de los romanos. Otra teoría traslada el acontecimiento en el siglo XIII y se atribuye a un ermitaño el haberla llevado al Ródano
Australia la recibió probablemente hace un par de siglos, entre las 400 estacas de viníferas reunidas por James Busy en su viaje a Europa de 1832. En 1840, sir Walter Macarthur la describía en sus Cartas sobre la viña como:”una uva excelente, robusta, que produce bien y no parece estar sujeta a accidentes y enfermedades”. La shiraz o hermitage, como se la conoce aquí, ha sido la base principal de los tintos de mesa australianos desde hace un siglo, pero no se ha reconocido como vino de calidad, digno rival de sus colegas franceses, hasta hace poco. En los años cincuenta, Mac Schubert creó para Penfolds el Grange Hermitage, el primer vino de la variedad que se desmarcó por su calidad. Pero el gran boom vendría en los ochenta.
Hoy, frente a vinos más o menos corrientes de syrah y garnacha, Australia elabora monovarietales de gran calidad en Hunter Valley, Coonawarra, Victoria y, sobre todo, en Barossa Valley. En general, en estos syrah de las antípodas destaca más suave. Un descubrimiento típicamente australiano ha sido el ensamblaje entre syrah y cabernet sauvignon, combinado la opulencia especiada de la primera con la austeridad herbácea de la segunda.
La syrah está también presente desde el siglo XIX en el Midi francés, sobre todo en el Languedoc-Rosellón y Provenza, convertida en cepa mejoradota de los tintos de estas regiones, a los que da estructura y capacidad de envejecimiento. Se encuentran asimismo en California (Napa, Sonoma, Mendocino, Valle de San Joaquín y San Diego), Nueva Zelanda (Marlborough y Hawke`s Bay, Italia (Toscana y Valle de Aosta), Grecia, Sudáfrica, Brasil, Méjico y Argentina.
En España, también empieza a hacer sus primero pinitos. Una zona donde la syrah puede desarrollar toda su gloria es en las áridas tierras del sudeste español. En Jumilla se prepara la que será compañera de viaje de la monastrell y que hará que la rápida evolución oxidativa de la variedad levantina se frene cubriendo el vino de fragancias y especias. Será la futura silueta del jumilla del tercer milenio; así lo testificaron, en su momento, las experiencias de la estación enológica de esta localidad murciana.
Jesús Flores Téllez
Enólogo. Crítico de vinos
Premio Nacional de Gastronomía