Lograr una alimentación más sostenible y responsable está en nuestras manos.

La industria de la alimentación y de las bebidas constituye un importante agente económico cuya actividad tiene un gran impacto sobre la sociedad y sobre el medio ambiente. Los actuales modelos de alimentación ponen a prueba los recursos naturales y comprometen la alimentación del futuro, además de generar desigualdades e injusticias sociales.

Las decisiones que tomamos como consumidores influyen decisivamente en nuestra salud y en la del planeta. Es nuestro deber, por tanto, modificar los hábitos de consumo para lograr la transición hacia una alimentación más sostenible y respetuosa, tanto con los ecosistemas como con las personas.

Existe una tendencia hacia el consumo responsable

Vivimos en la era de la globalización, de las grandes superficies comerciales y el e-commerce. El rápido desarrollo de las tecnologías y de la comunicación ha supuesto grandes beneficios para la humanidad, pero también nos ha traído nuevos problemas medioambientales y sociales que es necesario remediar, como la contaminación, la escasez de recursos, el daño a la biodiversidad, el consumismo, la desigualdad social o la explotación laboral.

La solución a todos estos problemas ha de pasar, necesariamente, por la creación de unas políticas económicas que impulsen formas de producción y consumo más sostenibles. Pero también el consumidor puede contribuir al cambio de una manera significativa ejerciendo un consumo responsable, lo que implica consumir solo lo necesario y elegir productos y servicios que reduzcan este impacto negativo.

Las últimas tendencias indican que existe cada vez una mayor concienciación sobre las consecuencias del consumo alimentario en el medio ambiente, la economía, la sociedad y la salud, realizándose una compra cada vez menos impulsiva y más reflexiva. Las compras en tiendas físicas de alimentación van en aumento, y los consumidores ya no solo se interesan por el precio o el placer, sino por otros factores tales como la procedencia, la composición o la forma de obtención de los alimentos.

Apostemos por el comercio de proximidad y los productores locales

Uno de los grandes cambios que hemos experimentado en los últimos años ha sido la aparición de grandes superficies comerciales con multitud de tiendas en las que se puede encontrar prácticamente de todo. No hay duda de que este tipo de comercio ofrece ciertas ventajas para el consumidor, pero conviene reflexionar sobre los inconvenientes que presenta frente al comercio de proximidad: las fruterías, carnicerías, pescaderías y panaderías de barrio.

El desarrollo de grandes superficies, cadenas y franquicias supone una dura competencia para las pequeñas tiendas, que cuentan con menos recursos y, en muchos casos, acaban cerrando.

Sin embargo, conviene saber que cuando compramos en el pequeño comercio estamos contribuyendo al desarrollo de una economía local sostenible, favoreciendo el empleo cercano y el auto-empleo y generando riqueza local con productos autóctonos y de temporada. Los comercios de proximidad fomentan la creación de una identidad propia en los barrios y ciudades y potencian su desarrollo social y cultural.

Con este tipo de comercio cercano evitamos la contaminación que supone el tener que desplazarse en coche o en transporte público hacia otras zonas más alejadas, así como el tener que transportar los productos importados desde otras ciudades o países (siempre que provengan de productores locales).

Y no hay que olvidar las ventajas que ofrece al consumidor, ya que nos permite adquirir productos frescos y de calidad evitando desplazamientos innecesarios. Además, es una oportunidad para socializar y recibir una atención personalizada.

El comercio justo: hacia una alimentación ética y solidaria

Todo lo dicho hasta ahora no significa que haya que renunciar a las grandes superficies, pues también nos aportan algunos beneficios como el acceso a una mayor diversidad de alimentos, que no podrían encontrarse de otra manera.

En todo caso, podemos realizar un consumo más responsable asegurándonos de que los productos que compramos provengan de lo que se denomina un comercio justo. Este concepto hace referencia a un tipo de comercio ético y solidario que promueve la equidad en las relaciones comerciales, la protección de los derechos humanos y laborales y el respeto por el medio ambiente.

Conlleva una serie de normas que deben respetarse para garantizar estos principios, como suprimir la explotación infantil, defender la igualdad de género, asegurar unas retribuciones económicas equitativas, establecer unas condiciones de trabajo dignas y seguras, realizar acuerdos comerciales justos o evitar la competencia desleal, entre otras.

Productos ecológicos y venta a granel para proteger el medio ambiente

La producción ecológica, regulada por la legislación europea, se basa en una serie de prácticas que tienen el objetivo de preservar los recursos naturales y la biodiversidad, fomentar la producción local, asegurar el bienestar animal y producir alimentos con una mayor calidad sanitaria y sensorial.

Estas prácticas ecológicas alcanzan toda la cadena de producción alimentaria, desde la agricultura y la ganadería hasta la transformación de los alimentos para su posterior consumo. Algunas de las medidas que implican son:

  • Evitar o reducir el uso de fertilizantes, plaguicidas y antibióticos de síntesis química, sustituyéndolos por productos naturales.
  • Establecer una rotación de cultivos y evitar prácticas que dañen las características naturales del suelo.
  • Elegir especies autóctonas y evitar los monocultivos.
  • Emplear sistemas de ganadería extensiva.
  • Utilizar piensos ecológicos.
  • Reducir al mínimo el uso de energías no renovables.
  • Restringir el uso de aditivos alimentarios.

La producción de residuos y la contaminación por plásticos es otro de los aspectos que más influyen en la salud medioambiental. Los residuos plásticos han alcanzado la tierra, el mar y el aire, amenazando nuestra salud y la vida de millones de especies.

La concienciación sobre este problema ha llevado a algunos comerciantes a buscar soluciones que reduzcan al máximo la emisión de residuos, ofreciendo al consumidor una alternativa más respetuosa con el medio ambiente: la venta de productos a granel. Con este sistema, se reduce considerablemente la producción de envases contaminantes, apostando por el uso de recipientes reciclables y biodegradables cuando sea necesario.

Como consumidores, tenemos un papel muy importante en la protección del medio ambiente, de las personas y de las futuras generaciones. Solo si ejercemos un consumo consciente y responsable podremos alcanzar todos estos objetivos.

Ester Fernández Quintá
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética