Indagando en los libros de enología y viticultura, en muchos casos se cumple aquello de “no hay nada nuevo bajo el sol”. Hay una enorme cantidad de volúmenes bibliográficos que hacen referencia al origen de las múltiples variedades de uvas que existen en el mundo.
Uno de los muchos libros de los que dispongo en mi biblioteca personal es el “Tratado sobre el cultivo de la vid y elaboración de vinos”, editado en Madrid en 1863 (por el Establecimiento Tipográfico de T. Fortanet, de la calle libertad, 29) y escrito por el polivalente D. Antonio Blanco Fernández que, entre otros muchos títulos, reúne los de doctor en Medicina, profesor de Agricultura en la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos y miembro de varias corporaciones científicas nacionales y extranjeras.
El Tomo I del tratado consiste en una colección de lecciones que se dieron en el Ateneo de Madrid durante los años académicos de 1860 a 1862.
Si nos fijamos en el capítulo de variedades aisladas, en la sección segunda referida a “Vides de hojas pelosas o casi del todo lampiñas”, describe, en la Tribu 7ª y en referencia a las “jimenecias”, los siguientes caracteres: sarmientos erguidos u horizontales; hojas con senos agudos, verde amarillentas, algo pelosas; uvas algo apiñadas, medianas y blancas.
En cuanto a las variedades de esta tribu, cita, entre otras, las siguientes: Jiménez loco (forsythia), Pedro Jiménez en Sanlúcar, Jerez y Trebujena; y Soplona en Arcos, Espera y Pajarete.
Pero lo que llama mi atención es lo que transcribo, textualmente, respecto al origen de la variedad pedro ximénez: “esta planta parece que es oriunda de las Islas Canarias, de donde la llevaron a orillas del Rhin y del Mosela, de aquí la introdujo Pedro Jiménez a Málaga, dándole su nombre, lo mismo que al vino que de ella se elabora el cual es muy apreciado”.
Al final, termina escribiendo: “el mosto de esta uva se reputa con razón el mejor para vinos secos y dulces. De ella se elaboran en Málaga el precioso vino tierno que llevan los extranjeros para suavizar el del Rhin, y el no menos estimado Pedro Jiménez, de justa y merecida fama universal”.
Este varietal se cultiva en muchas zonas de España. Pero también, a nivel mundial, encontramos plantaciones en Argentina, donde algunos expertos lo identifican con la pedro giménez que se cultiva en la zona de Mendoza. En Chile, con otra variedad del mismo nombre, se utiliza para elaborar el famoso pisco. También en Nueva Gales del Sur se elaboran, con esta variedad, vinos con podredumbre noble provocada en los viñedos sometidos a riego por goteo. Y en Rusia, concretamente en Crimea, a la variedad se la denomina pedro ximénez krimsky. Ejemplos como estos demuestran la importancia de una variedad que ya, hace más de un siglo, supieron apreciar.
Jesús Flores Téllez.
Enólogo. Crítico de vinos
Premio Nacional de Gastronomía